Las Salinas de Fílique o del Salado.
Castillo de Locubín (Jaén).
Famosas desde la Edad Media e incluso antes. De ellas se abastecía Alcalá la Real y otros núcleos de la Abadía. Denominadas así porque el barranco del Arroyo el Salado está justamente debajo de la cañada de Fílique. Al lado de la salina el cortijo del Salinero. Y si seguimos más adelante nos encontramos con "el portillo del Salinero". En 1649 el Consejo de Hacienda expidió una Real Carta ejecutoria a favor de la Ciudad de Alcalá la Real donde el administrador de Salinas de Andalucía tuviese la potestad de fabricar sal "en las de Fílique, término de la villa de Castillo de Locubín". Por dicho aprovechamiento se debía pagar a "los Propios" de Alcalá (a los que pertenecía) 1210 reales de vellón al año. Casi siempre fueron administradas por el cabildo municipal alcalaíno mediante un toldero o administrador. Se dieron numerosos conflictos en la época por gestión fraudulenta ya que su negocio podría resultar muy rentable en determinados periodos.
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