A continuación damos a conocer dos noticias aparecidas en el mes de enero de 1967 en el ideal de Granada sobre los hallazgos de una necrópolis argárica en la ladera norte de la Sierra de la Acamuña (Castillo de Locubín).
REPORTAJES
de IDEAL. 22 de Enero de 1967.
LA
NECRÓPOLIS ARGÁRICA DEL CASTILLO DE LOCUBIN.
Objetos
de esta época se han hallado también en Alcalá la Real. El
Delegado de zona del Servicio Nacional de Excavaciones Arqueológicas
inspecciona el lugar de los hallazgos.
El
pasado domingo, día 15, el corresponsal de Alcalá la Real publicó
una nota en IDEAL dando cuenta del hallazgo de unos enterramientos
prehistóricos con su correspondiente ajuar funerario, en la
vertiente Norte de la Sierra de la Acamuña, dentro del término
municipal de Castillo de Locubin (Jaén).
Esa
misma mañana salió para Alcalá la Real una expedición, compuesta
por el profesor doctor don Antonio Arribas Palau, catedrático de
Arqueología de la Universidad de Granada y delegado de Zona del
Servicio Nacional de Excavaciones Arqueológicas; profesor doctor don
Manuel Riu, Catedrático de Historia Antigua y Medieval de nuestra
Facultad de Letras y los delegados locales de Excavaciones, don
Gumersindo Burgos y Pérez de Andrade, juez de Primera Instancia e
Instrucción de Alcalá la Real y su partido, don Manuel García
Sánchez, antropólogo, y don José Corral Maurell, redactor de
IDEAL.
En el
C. O. P. E. M. de Alcalá la Real, los profesores don Manuel Cantero
Pérez y don Enrique Pérez Díaz, licenciados en Historia- que
habían efectuado los hallazgos, al frente de un grupo de alumnos-,
mostraron parte de los materiales encontrados a los visitantes: un
cráneo de oso de las cavernas, otro cráneo humano prehistórico y
fragmentos de un vaso cerámico, que acompañaba al enterramiento.
Seguidamente, trasladáronse todos al vecino pueblo de Castillo de
Locubín- donde se hallaba la mayor parte del material arqueológico
y antropológico del yacimiento mencionado-, siendo recibidos por don
Gregorio Muñoz Álvarez, juez de Paz, y don Rafael Álvarez de
Morales y Ruíz, estudioso de la Historia Local y experto conocedor
de los lugares prehistóricos del término, con el que inició un
cambio de impresiones el profesor Arribas, con miras a una futura
prospección. En casa del veterinario, don Arturo Álvarez Ruiz,
examinaron una rica colección de objetos prehistóricos y
protohistóricos procedentes del término municipal, de algunos de
los cuales se obtuvieron calcos, por el señor García Sánchez, que
ilustran este artículo. Entre tan numerosos objetos llamaron la
atención unos fósiles de ammonites y belemnitas de la Era
Secundaria (animales marinos de la familia de los calamares, que
vivieron hace unos 200 millones de años); abundantes hachas y
azuelas de piedra pulimentada del Neolítico y Edad del Bronce; una
punta de flecha de cobre, tipo Palmela, del Eneolítico Final (2000 a
1600 años a. C.), hallada en el lugar denominado Cabeza Baja; un
vaso carenado y un cuchillo de cobre con res clavitos para sujeción
del mango, de tipo argárico, que acompañaban a dos esqueletos de
los hallados últimamente en la Campana, en enterramientos de la
segunda Edad del Bronce (1600 a 1200 a.C) . Se conservan en muy buen
estado unas mandíbulas y dos cráneos completos, de un hombre de
unos 35 años y de una adolescente de 14 años. Procedentes de la
Nava, figuraban un hacha plana de cobre o bronce y un fragmento de
sierra del mismo metal, también argáricos. Abundantes vasos y
platos ibero-romanos, una urna cineraria y un fragmento de estatua de
factura indígena, como muestras de la Edad del Hierro. Entre las
numerosas monedas halladas en el término, merecen destacar algunas
de la ciudad hispanorromana de “Obulco” (Porcuna). El profesor
Riu llama la atención sobre unos adornos o distintivos que, a su
juicio, pueden proceder de la comunidad judía que convivió con los
árabes en la Edad Media, de gran interés científico.
La
necrópolis argárica.
A
continuación, los visitantes fueron a conocer el lugar del hallazgo
de los enterramientos últimamente descubiertos, acompañados por el
dueño de la cantera, don Antonio Collado Peñalver, que ofreció
llevar herramientas y algún obrero. Un grupo de alumnos del
Instituto de Enseñanza Media de Alcalá la Real les esperaba, con la
merienda al hombro, ávidos de conocer la opinión de tan ilustres
investigadores a quienes fueron presentados.
El
lugar conocido por la Campana se halla en la ladera norte de la
Sierra de la Acamuña, a poco más de 500 metros a la izquierda de la
carretera de Alcaudete y antes de llegar a la desviación de Castillo
de Locubín, frente a la Venta. Se trata de un pedregal calizo,
umbrío y casi desnudo de vegetación arbórea, con una cantera hasta
hace poco en explotación. A media ladera, sobre el carril, se hallan
las tres tumbas hasta ahora descubiertas, distantes entre sí unos 18
metros y aproximadamente a la misma altura. Aprovechando las
oquedades bajo grandes bloques calizos, se hicieron las inhumaciones
de los cadáveres, con su ajuar funerario; la entrada se cerró a
piedra seca, con un paredón, para evitar la remoción de los
animales. Aunque durante la época argárica son más frecuentes los
enterramientos en fosas, cistas y tinajas, este tipo se ha observado
en las necrópolis de San Antón (Orihuela), en Callosa del Segura y
en Monachil. De entre los restos esqueléticos se recogieron algunos
huesos largos completos, que han permitido al señor García Sánchez
determinar la estatura de un individuo de unos 20 años de edad,
varón, robusto y alto, ya que medía 1´69 metros cuando aún no
había alcanzado su pleno desarrollo. Un primer avance del estudio
antropológico, nos informa el señor García Sánchez, podría darse
diciendo que se trata de un individuo de tipo racial mediterráneo
grácil, salvo uno de ellos que posee acentuados caracteres
negroides, pero que es necesario comprobar con un estudio detallado
de todos los restos, especialmente de los cráneos que, gracias a la
pericia del profesor Cantero, se hallan en perfecto estado de
conservación.
En
cuanto a los materiales sería conveniente tomar muestras de los
objetos metálicos, para su análisis espectroscópico, que serían
remitidas al profesor Sangmeister, de la Universidad de Freiburgh.
Materiales
argáricos en Alcalá la Real.
Al
regreso de la expedición, el alcalde de Alcalá la Real, don Miguel
Sánchez Cañete, atendió amablemente a los viajeros y, en el
Ayuntamiento, les mostró una hacha pequeña de cobre o bronce y un
fragmento de hoja de puñal del mismo metal, de clara tipología
argárica, hallados en la ciudad. El profesor Riu se interesó por
unos libros de “Privilegios concedidos a la ciudad de Alcalá la
Real”, copias de valiosos documentos del siglo XIV, que podrían
ser objeto de una tesis doctoral.
El
alcalde explicó que pronto se va a declarar parte de la población
como de interés artístico y que será visitada en breve por don
Grantiniano Nieto Gallo, director general de Bellas Artes. La
fortaleza de la Mota, de tres recintos, es, tras la de Almería una
de las fortalezas árabes mejor conservadas. Una vez conquistada por
los cristianos, La Mota fue el jalón avanzado- frente a Moclín, que
permaneció árabe otro siglo- ante el cada vez más reducido reino
moro de Granada.
REPORTAJES
DE IDEAL. 28 de Enero de 1967.
RESTOS
DE OSO DE LAS CAVERNAS, EN UNA CUEVA DE CASTILLO DE LOCUBÍN.
ESTE
ANIMAL SE EXTINGUIÓ AL FINAL DE LA ÚLTIMA GLACIACIÓN, HACE UNOS
15.000 AÑOS.
En la
vertiente Norte de la Sierra de la Acamuña, en término de Castillo
de Locubín (Jaén), y en el lugar denominado “La Campana”, los
profesores del Instituto de Enseñanza Media de Alcalá la Real don
Enrique Pérez Díaz y don Manuel Cantero Pérez, licenciados en
Historia, descubrieron hace dos semanas una cueva con restos de oso
de las cavernas y otros animales no identificados aún. La
importancia del descubrimiento nos mueve a divulgarlo hoy, después
de haber visitado el lugar y obtenido unas fotos que ilustran el
presente trabajo. Para otros detalles complementarios remitimos al
lector al artículo publicado el domingo pasado en IDEAL.
CONSIDERACIONES
GENERALES.
El oso
de las cavernas (“ursus spelaeus”) vivió durante el Pleistoceno
Medio y Superior en Eurasia, extinguiéndose al final del Würm (hace
unos 15.000 años). Aunque ha sido considerado como animal
exclusivamente musteriense- momento en que ha conocido su mayor
expansión-, se ha mantenido durante todo el Paleolítico superior,
hasta el final del Magdaleniense, naturalemente fuera del dominio
invadido por los hielos de la última glaciación.
Desciende
del “Ursus etruscus”, que se sitúa al final del Plioceno. Entre
éste y el “Ursus spelaeus”, ya próximos parientes, se colocaría
el “Ursus daningeri”, que aparece en el Pleistoceno inferior.
Extraordinariamente
abundante, el oso de las cavernas ha sido descubierto en numerosos
yacimientos prehistóricos: Desde el sur de Inglaterra se extiende
por toda Europa hasta África del Norte y desde Lisboa llega hasta
Odesa. Falta totalmente en los países escandinavos, Rusia
septentrional y Siberia, lo que prueba su aversión por un clima seco
y frío, aunque no es sólo un animal de llanura, pues se ha
encontrado en grutas alpinas hasta los 2.500 metros de altitud. En la
Cueva del Dagrón, cerca de Mixnitz (Austria), murieron a través del
tiempo de 30.000 a 50.000 osos. Como en la cueva no pudieron convivir
simultáneamente más de cinco o séis familias, es de suponer que
fue la morada constante de estos plantígrados durante unos 10.000
años. Esta cueva, que pertenece al último periodo interglaciar
(Riss-Würm), era un puesto de verano de los cazadores musterienses
de la raza de Neandertal. Para la caza del oso debió reunirse la
horda y recurrir al procedimiento de asfixiarlos en sus propias
guaridas con el humo de grandes hogueras encendidas a la entrada de
ellas, o bien en arriesgada lucha cuerpo a cuerpo. Este último
método debió de ser muy peligroso, pues aquellos osos sobrepasaban
en tamaño al actual oso pardo europeo, alcanzando, alzado de patas,
unos 3´50 metros en algunos ejemplares. En general posese una gran
variabilidad, cuyos límites extremos vienen representados por las
subespecies “maior” y “minor”.
PRIMITIVOS
CULTOS DE CAZA Y SACRIFICIOS DE OSOS.
En
varias cuevas de los Alpes orientales y occidentales se han
descubierto restos óseos del oso de las cavernas, dispuestos los
cráneos dentro de arquetas de piedra que hicieron pensar a sus
descubridores en ritos religiosos de los cazadores neandertalenses
análogos a los de ciertos pueblos actuales de Siberia oriental
(tungusos) y de la isla de Sajalín (giliacos). Estos huesos se
suponían restos de “ofertas de primicias” y se hablaba de un
“culto al oso” parecido al que actualmente practican los aínos
de la isla de Yeso.
Esta
interpretación, que fue aceptada por varios paleontólogos y
etnólogos eminentes (entre ellos Breuil y Lantier), recientemente ha
sido impugnada por otros investigadores (Koby, Spahni y Pittioni),
quienes mantienen que la disposición de los referidos huesos del oso
de las cavernas, en las grutas alpinas, se debe simplemente a agentes
naturales. Sin embargo, en el arte del Paleolítico superior se
hallan numerosos indicios del culto al oso o, según otra posible
interpretación, de la magia de la caza: representación del
sacrificio “mágico” del oso antes de que la horda inicie sus
incursiones por los cazaderos. Véase, como ejemplo, la figura
adjunta, en la que se representan dos osos de las cavernas heridos
con flechas y pedradas, que fueron grabados en las paredes de la
cueva de Trois-Frères (Francia).
CARACTERÍSTICAS
DEL OSO DE LA CUEVA DE LA CAMPANA.
Hasta
ahora sólo se han extraído de la citada cueva un cráneo completo,
sin mandíbula, y un fémur izquierdo intacto pertenecientes
probablemente al mismo animal. El cráneo es grande y mide unos 30
centímetros de longitud. La dentición es reducida en número: el
maxilar superior muestra, a cada lado, dos molares, un premolar, un
canino y los alveólos de tres incisivos; pese a los fuertes caninos,
no parece la de un carnívoro, sino que hace pensar más bien en un
tipo omnívoro.
El
fémur posee una longitud total de 321 milímetros, en posición
anatómica, cifra inferior al límite mínimo de variabilidad de los
osos de las cavernas de Austria (353 milímetros), lo que indicaría
que este oso, aunque ya adulto, sería de pequeña talla y,
probablemente hembra, dado el gran diformismo sexual de la especie.
Por
considerar de un alto interés científico este descubrimiento,
insistimos en la necesidad de que estos restos de animales sean
estudiados por un especialista, que podría ser el doctor Emiliano de
Aguirre, S. I., profesor adjunto de Paleontología de la Facultad de
Ciencias de Madrid, que conoce bien la fauna del Cuaternario.
Esperamos, además, que se realice una exploración completa de esta
cueva, donde existe la posiblidad de encontrar industria del
Paleolítico y hasta quizá- ¡por qué no!- restos humanos de esa
remota época. Hace dos domingos, inspeccionando la cueva, el
profesor Arribas Palau, catedrático de Arqueología de nuestra
Facultad de Letras, instruyó y aconsejó convenientemente a los dos
jóvenes investigadores que realizaron el hallazgo. Nosotros les
deseamos de todo corazón que tengan el éxito que merecen y
esperamos impacientes la publicación de los resultados de sus
exploraciones.
J.
CORRAL MAURELL.