domingo, 10 de julio de 2016

LA NECRÓPOLIS ARGÁRICA DE CASTILLO DE LOCUBIN.



A continuación damos a conocer dos noticias aparecidas en el mes de enero de 1967 en el ideal de Granada sobre los hallazgos de una necrópolis argárica en la ladera norte de la Sierra de la Acamuña (Castillo de Locubín).


 
REPORTAJES de IDEAL. 22 de Enero de 1967.

LA NECRÓPOLIS ARGÁRICA DEL CASTILLO DE LOCUBIN.

Objetos de esta época se han hallado también en Alcalá la Real. El Delegado de zona del Servicio Nacional de Excavaciones Arqueológicas inspecciona el lugar de los hallazgos.




El pasado domingo, día 15, el corresponsal de Alcalá la Real publicó una nota en IDEAL dando cuenta del hallazgo de unos enterramientos prehistóricos con su correspondiente ajuar funerario, en la vertiente Norte de la Sierra de la Acamuña, dentro del término municipal de Castillo de Locubin (Jaén).

Esa misma mañana salió para Alcalá la Real una expedición, compuesta por el profesor doctor don Antonio Arribas Palau, catedrático de Arqueología de la Universidad de Granada y delegado de Zona del Servicio Nacional de Excavaciones Arqueológicas; profesor doctor don Manuel Riu, Catedrático de Historia Antigua y Medieval de nuestra Facultad de Letras y los delegados locales de Excavaciones, don Gumersindo Burgos y Pérez de Andrade, juez de Primera Instancia e Instrucción de Alcalá la Real y su partido, don Manuel García Sánchez, antropólogo, y don José Corral Maurell, redactor de IDEAL.

En el C. O. P. E. M. de Alcalá la Real, los profesores don Manuel Cantero Pérez y don Enrique Pérez Díaz, licenciados en Historia- que habían efectuado los hallazgos, al frente de un grupo de alumnos-, mostraron parte de los materiales encontrados a los visitantes: un cráneo de oso de las cavernas, otro cráneo humano prehistórico y fragmentos de un vaso cerámico, que acompañaba al enterramiento. Seguidamente, trasladáronse todos al vecino pueblo de Castillo de Locubín- donde se hallaba la mayor parte del material arqueológico y antropológico del yacimiento mencionado-, siendo recibidos por don Gregorio Muñoz Álvarez, juez de Paz, y don Rafael Álvarez de Morales y Ruíz, estudioso de la Historia Local y experto conocedor de los lugares prehistóricos del término, con el que inició un cambio de impresiones el profesor Arribas, con miras a una futura prospección. En casa del veterinario, don Arturo Álvarez Ruiz, examinaron una rica colección de objetos prehistóricos y protohistóricos procedentes del término municipal, de algunos de los cuales se obtuvieron calcos, por el señor García Sánchez, que ilustran este artículo. Entre tan numerosos objetos llamaron la atención unos fósiles de ammonites y belemnitas de la Era Secundaria (animales marinos de la familia de los calamares, que vivieron hace unos 200 millones de años); abundantes hachas y azuelas de piedra pulimentada del Neolítico y Edad del Bronce; una punta de flecha de cobre, tipo Palmela, del Eneolítico Final (2000 a 1600 años a. C.), hallada en el lugar denominado Cabeza Baja; un vaso carenado y un cuchillo de cobre con res clavitos para sujeción del mango, de tipo argárico, que acompañaban a dos esqueletos de los hallados últimamente en la Campana, en enterramientos de la segunda Edad del Bronce (1600 a 1200 a.C) . Se conservan en muy buen estado unas mandíbulas y dos cráneos completos, de un hombre de unos 35 años y de una adolescente de 14 años. Procedentes de la Nava, figuraban un hacha plana de cobre o bronce y un fragmento de sierra del mismo metal, también argáricos. Abundantes vasos y platos ibero-romanos, una urna cineraria y un fragmento de estatua de factura indígena, como muestras de la Edad del Hierro. Entre las numerosas monedas halladas en el término, merecen destacar algunas de la ciudad hispanorromana de “Obulco” (Porcuna). El profesor Riu llama la atención sobre unos adornos o distintivos que, a su juicio, pueden proceder de la comunidad judía que convivió con los árabes en la Edad Media, de gran interés científico.

La necrópolis argárica.

A continuación, los visitantes fueron a conocer el lugar del hallazgo de los enterramientos últimamente descubiertos, acompañados por el dueño de la cantera, don Antonio Collado Peñalver, que ofreció llevar herramientas y algún obrero. Un grupo de alumnos del Instituto de Enseñanza Media de Alcalá la Real les esperaba, con la merienda al hombro, ávidos de conocer la opinión de tan ilustres investigadores a quienes fueron presentados.

El lugar conocido por la Campana se halla en la ladera norte de la Sierra de la Acamuña, a poco más de 500 metros a la izquierda de la carretera de Alcaudete y antes de llegar a la desviación de Castillo de Locubín, frente a la Venta. Se trata de un pedregal calizo, umbrío y casi desnudo de vegetación arbórea, con una cantera hasta hace poco en explotación. A media ladera, sobre el carril, se hallan las tres tumbas hasta ahora descubiertas, distantes entre sí unos 18 metros y aproximadamente a la misma altura. Aprovechando las oquedades bajo grandes bloques calizos, se hicieron las inhumaciones de los cadáveres, con su ajuar funerario; la entrada se cerró a piedra seca, con un paredón, para evitar la remoción de los animales. Aunque durante la época argárica son más frecuentes los enterramientos en fosas, cistas y tinajas, este tipo se ha observado en las necrópolis de San Antón (Orihuela), en Callosa del Segura y en Monachil. De entre los restos esqueléticos se recogieron algunos huesos largos completos, que han permitido al señor García Sánchez determinar la estatura de un individuo de unos 20 años de edad, varón, robusto y alto, ya que medía 1´69 metros cuando aún no había alcanzado su pleno desarrollo. Un primer avance del estudio antropológico, nos informa el señor García Sánchez, podría darse diciendo que se trata de un individuo de tipo racial mediterráneo grácil, salvo uno de ellos que posee acentuados caracteres negroides, pero que es necesario comprobar con un estudio detallado de todos los restos, especialmente de los cráneos que, gracias a la pericia del profesor Cantero, se hallan en perfecto estado de conservación.

En cuanto a los materiales sería conveniente tomar muestras de los objetos metálicos, para su análisis espectroscópico, que serían remitidas al profesor Sangmeister, de la Universidad de Freiburgh.



Materiales argáricos en Alcalá la Real.

Al regreso de la expedición, el alcalde de Alcalá la Real, don Miguel Sánchez Cañete, atendió amablemente a los viajeros y, en el Ayuntamiento, les mostró una hacha pequeña de cobre o bronce y un fragmento de hoja de puñal del mismo metal, de clara tipología argárica, hallados en la ciudad. El profesor Riu se interesó por unos libros de “Privilegios concedidos a la ciudad de Alcalá la Real”, copias de valiosos documentos del siglo XIV, que podrían ser objeto de una tesis doctoral.

El alcalde explicó que pronto se va a declarar parte de la población como de interés artístico y que será visitada en breve por don Grantiniano Nieto Gallo, director general de Bellas Artes. La fortaleza de la Mota, de tres recintos, es, tras la de Almería una de las fortalezas árabes mejor conservadas. Una vez conquistada por los cristianos, La Mota fue el jalón avanzado- frente a Moclín, que permaneció árabe otro siglo- ante el cada vez más reducido reino moro de Granada.






REPORTAJES DE IDEAL. 28 de Enero de 1967.

RESTOS DE OSO DE LAS CAVERNAS, EN UNA CUEVA DE CASTILLO DE LOCUBÍN.

ESTE ANIMAL SE EXTINGUIÓ AL FINAL DE LA ÚLTIMA GLACIACIÓN, HACE UNOS 15.000 AÑOS.

En la vertiente Norte de la Sierra de la Acamuña, en término de Castillo de Locubín (Jaén), y en el lugar denominado “La Campana”, los profesores del Instituto de Enseñanza Media de Alcalá la Real don Enrique Pérez Díaz y don Manuel Cantero Pérez, licenciados en Historia, descubrieron hace dos semanas una cueva con restos de oso de las cavernas y otros animales no identificados aún. La importancia del descubrimiento nos mueve a divulgarlo hoy, después de haber visitado el lugar y obtenido unas fotos que ilustran el presente trabajo. Para otros detalles complementarios remitimos al lector al artículo publicado el domingo pasado en IDEAL.

CONSIDERACIONES GENERALES.

El oso de las cavernas (“ursus spelaeus”) vivió durante el Pleistoceno Medio y Superior en Eurasia, extinguiéndose al final del Würm (hace unos 15.000 años). Aunque ha sido considerado como animal exclusivamente musteriense- momento en que ha conocido su mayor expansión-, se ha mantenido durante todo el Paleolítico superior, hasta el final del Magdaleniense, naturalemente fuera del dominio invadido por los hielos de la última glaciación.

Desciende del “Ursus etruscus”, que se sitúa al final del Plioceno. Entre éste y el “Ursus spelaeus”, ya próximos parientes, se colocaría el “Ursus daningeri”, que aparece en el Pleistoceno inferior.

Extraordinariamente abundante, el oso de las cavernas ha sido descubierto en numerosos yacimientos prehistóricos: Desde el sur de Inglaterra se extiende por toda Europa hasta África del Norte y desde Lisboa llega hasta Odesa. Falta totalmente en los países escandinavos, Rusia septentrional y Siberia, lo que prueba su aversión por un clima seco y frío, aunque no es sólo un animal de llanura, pues se ha encontrado en grutas alpinas hasta los 2.500 metros de altitud. En la Cueva del Dagrón, cerca de Mixnitz (Austria), murieron a través del tiempo de 30.000 a 50.000 osos. Como en la cueva no pudieron convivir simultáneamente más de cinco o séis familias, es de suponer que fue la morada constante de estos plantígrados durante unos 10.000 años. Esta cueva, que pertenece al último periodo interglaciar (Riss-Würm), era un puesto de verano de los cazadores musterienses de la raza de Neandertal. Para la caza del oso debió reunirse la horda y recurrir al procedimiento de asfixiarlos en sus propias guaridas con el humo de grandes hogueras encendidas a la entrada de ellas, o bien en arriesgada lucha cuerpo a cuerpo. Este último método debió de ser muy peligroso, pues aquellos osos sobrepasaban en tamaño al actual oso pardo europeo, alcanzando, alzado de patas, unos 3´50 metros en algunos ejemplares. En general posese una gran variabilidad, cuyos límites extremos vienen representados por las subespecies “maior” y “minor”.

PRIMITIVOS CULTOS DE CAZA Y SACRIFICIOS DE OSOS.

En varias cuevas de los Alpes orientales y occidentales se han descubierto restos óseos del oso de las cavernas, dispuestos los cráneos dentro de arquetas de piedra que hicieron pensar a sus descubridores en ritos religiosos de los cazadores neandertalenses análogos a los de ciertos pueblos actuales de Siberia oriental (tungusos) y de la isla de Sajalín (giliacos). Estos huesos se suponían restos de “ofertas de primicias” y se hablaba de un “culto al oso” parecido al que actualmente practican los aínos de la isla de Yeso.

Esta interpretación, que fue aceptada por varios paleontólogos y etnólogos eminentes (entre ellos Breuil y Lantier), recientemente ha sido impugnada por otros investigadores (Koby, Spahni y Pittioni), quienes mantienen que la disposición de los referidos huesos del oso de las cavernas, en las grutas alpinas, se debe simplemente a agentes naturales. Sin embargo, en el arte del Paleolítico superior se hallan numerosos indicios del culto al oso o, según otra posible interpretación, de la magia de la caza: representación del sacrificio “mágico” del oso antes de que la horda inicie sus incursiones por los cazaderos. Véase, como ejemplo, la figura adjunta, en la que se representan dos osos de las cavernas heridos con flechas y pedradas, que fueron grabados en las paredes de la cueva de Trois-Frères (Francia).

CARACTERÍSTICAS DEL OSO DE LA CUEVA DE LA CAMPANA.

Hasta ahora sólo se han extraído de la citada cueva un cráneo completo, sin mandíbula, y un fémur izquierdo intacto pertenecientes probablemente al mismo animal. El cráneo es grande y mide unos 30 centímetros de longitud. La dentición es reducida en número: el maxilar superior muestra, a cada lado, dos molares, un premolar, un canino y los alveólos de tres incisivos; pese a los fuertes caninos, no parece la de un carnívoro, sino que hace pensar más bien en un tipo omnívoro.

El fémur posee una longitud total de 321 milímetros, en posición anatómica, cifra inferior al límite mínimo de variabilidad de los osos de las cavernas de Austria (353 milímetros), lo que indicaría que este oso, aunque ya adulto, sería de pequeña talla y, probablemente hembra, dado el gran diformismo sexual de la especie.

Por considerar de un alto interés científico este descubrimiento, insistimos en la necesidad de que estos restos de animales sean estudiados por un especialista, que podría ser el doctor Emiliano de Aguirre, S. I., profesor adjunto de Paleontología de la Facultad de Ciencias de Madrid, que conoce bien la fauna del Cuaternario. Esperamos, además, que se realice una exploración completa de esta cueva, donde existe la posiblidad de encontrar industria del Paleolítico y hasta quizá- ¡por qué no!- restos humanos de esa remota época. Hace dos domingos, inspeccionando la cueva, el profesor Arribas Palau, catedrático de Arqueología de nuestra Facultad de Letras, instruyó y aconsejó convenientemente a los dos jóvenes investigadores que realizaron el hallazgo. Nosotros les deseamos de todo corazón que tengan el éxito que merecen y esperamos impacientes la publicación de los resultados de sus exploraciones.

J. CORRAL MAURELL.


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